¡Pues ya he vuelto!
Mi cuidadora se preocupó mucho al verme tan mal. Se temía lo peor: respirando así, y a mi edad… La de la guadaña me debía estar esperando en la esquina. Pero mi cuidadora no se quedó quieta, no se lo íbamos a poner fácil a la de negro: transportin al canto, y que como mínimo, le tocase perseguirnos un rato.
Nos fuimos al veterinario, tras unas radiografías, una ecografía, y gracias a su gran sabiduría, supieron ver qué me pasaba: tenía una hernia diafragmática, como os decía ayer.
Tras el accidente aquel que no logro recordar muy bien como pasó, se me rompió el diafragma. El diafragma separa el tórax (donde tenemos los pulmones y corazón) del abdomen (donde tenemos el estómago, hígado, bazo intestino, etc). Como se me había roto y lo tenía agujereado, se me colaba el hígado y los intestinos en la cavidad torácica. Y como se metían en un sitio que no era suyo, no dejaban espacio suficiente a los pulmones a expandirse para que yo pudiese respirar correctamente.
El Dr que me atendió es muy sabio, y les fue muy claro a mis cuidadores: Si no me operaban, moriría seguro. Si me operaban, también podría morir, porque era una operación muy delicada y difícil, con un post operatorio muy duro y arriesgado.
Ya sabréis la decisión que tomaron ¡si no, no os lo estaría contando! Me pidieron que fuese fuerte y valiente, que me dejaban en las mejores manos, y de fortaleza y valentía ¡yo le puedo dar clases a cualquiera!
Mañana os cuento más sobre como me fue el post operatorio.
¡Nos vemos!