Hola, soy el Taes (Segunda Parte)

Hola de nuevo!

Pues una vez me consiguieron pillar (les puse difícil, pero mira que llegan a ser tozudos estos humanos…!) me llevaron directo al veterinario, ya que tenía muy mala pinta. Eso dijeron, yo me lo tomé como una forma elegante de decirme feo y los soplé, pero… ¡No se referían a esto! Se referían a que tenía pinta de estar enfermo: muy guapo, pero enfermo.

Al llegar al veterinario, se desveló la verdad: tenía una infección de boca tan fuerte, que había logrado entenderse de las raíces de los dientes en el hueso de la mandíbula, debilitándola hasta tal extremo que se rompió la mandíbula inferior.
Hacía daño, sí, pero más daño hace el hambre. Así que yo cuando veía la comida me echaba a comer, aunque me muriese del dolor.
Los veterinarios me hicieron un cerclaje, que limitaba el movimiento de la mandíbula para ayudar a que soldara, recomendaron darme comida húmeda y blanda aunque yo me comía todo lo que pillaba! Y un montón de medicamentos para ayudarle a pasar el dolor y evitar la infección. Bien, quizás no eran tantos, pero ya sabéis cómo somos los gatos con los medicamentos: algo exagerados. ¿Qué estoy diciendo? ¡Nada exagerados! ¡Eran un montón!

Mañana seguiré explicando cómo me fue. Lo que sí os adelanto que ni cerclaje, ni medicamentos, ni nada iba a quitar mi apetito ni mi carácter indomable.

¡Hasta mañana!

Foto de nuestra voluntaria Eva
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