Hasta siempre, Berta


Cada muerte de uno de nuestros pequeños nos abre una brecha incurable en el corazón. Pero hay algunos pequeños que son demasiado especiales, de los que nunca imaginamos que tendremos que despedirnos. Una de ellas, eres tú, nuestra querida Berta.
Ninguno nos imaginamos la protectora sin ti. Es imposible, es como si siempre hubieras estado aquí, y siempre ibas a estar. Y quizás tú también lo notabas un poco así. Eres una de nuestras gatas emblemáticas por excelencia, y creo que estabas algo orgullosa de serlo. Eras feliz con nosotros, eras de las gatas más dulces que nunca hemos conocido, pero cuando venían adoptantes, te escondías. Siempre parecías querer pasar desapercibida entre los adoptantes, como si dijeras «que adopten a otro, yo aquí ya soy feliz».
Estos días nuestro sol particular ha empezado a apagarse. Hemos luchado mucho a tu lado, pero en ocasiones la naturaleza es demasiado cruel (por no decir otras cosas más fuertes). Este fin de semana tuvimos que hospitalizarte. Mientras no estabas, comentábamos entre nosotros, con una sonrisa triste y la esperanza por estandarte, lo que te echábamos de menos, lo vacía que estaba la habitación sin ti, y las ganas que teníamos de volverte a tener con nosotros.
Hoy, la muerte se aburría y nos ha obligado a jugar un juego cruel. Hoy la muerte te ha escogido, habiendo tanta maldad en el mundo, ha decidido llevarse a uno de los mejores y dulces seres. Hoy no hay suficiente consuelo para nadie que te haya conocido. Hasta siempre, pequeño ángel, vuela entre las estrellas, descansa entre las faldas de los ángeles.
Nunca te olvidaremos.