En busca de un retiro feliz, por Gordi (IV)

¡Buenas tardes!
Estuve 4 días en observación en el hospital. Fueron algunos más de los que se pensaron en principio que iba a necesitar, ya que les di algún susto de propina: unas pulsaciones aquí y allá fuera de sitio, que después resultaron no tener importancia.
Estando en el hospital, descubrí por primera vez lo que es vivir con calma. Por primera vez en mi ya larga vida, descubrí que es poder dormir a pata suelta, sabiendo que no hay peligros acechando en cada esquina. Y esa sensación me gustó ¡por supuesto que me gustó!
Las enfermeras y los médicos me daban muchos mimos (de vez en cuando también me pinchaban y hacían otras cosas que no me gustaban, pero bueno… Era por mi bien, les perdonaré). ¡Incluso vino mi cuidadora a verme! ¡Yo, qué alegría, esto es vida! En ese momento descubrí la buena vida de verdad, y fue cuando decidí que iba a dejar la vida de gata feral. ¡Ha llegado el momento de mi jubilación!
Recibí el alta, fui a la protectora, ya todo humano que veía le pedía que no me volviera a mi anterior hogar, me llevaba bien, me dejaba agarrar en brazos, me dejaba hacer todo lo que quisieran hacer, a ver si así lo entendían. Como son personas bastante espabiladas, lo entendieron, y aquí estoy, de momento en mi box de recuperación, pero ya saboreando las mieles de la vida de gato doméstico.
Mañana nos vemos de nuevo.