Oliver

Fuiste rescatado sin hacer ruido, como aquellos que necesitan escapar. Habían marcado tu destino por ser de esos que llaman difíciles, agresivos. Los que parecen no merecer. Y es que a veces por desgracia, su vida depende de quien no concede oportunidades. Pero tú, tú caíste en buenas manos y obvimos nuestras puertas sin prejuicios y con amor. Oliver, nuestro grandote y "buenazo" Óleo. En ese cuerpo no podía caber otra cosa que no fuera tu enorme corazón. Qué poco sabían de paciencia los que te dejaron. No negaremos que tenías tu carácter, tus maneras de hacerte entender, de marcar límites, pero ¿por qué esto ha sido malo? Sin embargo siempre buscabas cariño como el que más, y lo dabas también sin parar, tanto a las voluntarias como al resto de tus compis de habitación. Te amamos mucho. Siempre con tu paso lento observándonos. Nos costaba creer que albergaras en ti algún tipo de maldad. Protector y profesor del resto, ángel de paciencia infinita. Los más pequeños buscaban en ti refugio y sabiduría. Quien podía imaginar que tú, tendrías tanta tolerancia y adaptación con ellos. Al final en esa habitación fue donde mejor te escuchaste. Qué suerte tuvimos - humanos y felinos - de conocerte. Todas estas palabras suenan a despedida, y lo es, más nos pese y queramos negárnoslo. Hoy te despedimos, Oli. Hoy te has ido sigilosamente, como cuando te escapabas de la habitación sin que nos diéramos cuenta. Hoy has dejado un vacío, como sólo lo dejan los seres únicos. Ojalá hayas estado feliz aquí, tanto como nosotros contigo. Descansa grandullón, y cuida a todos los nuestros que corren libres allá arriba y aquí abajo. Twist te seguirá buscando para arrugarse en el sofá contigo todos los días y nosotros te seguiremos sintiendo a nuestro lado con tus coquitos de grandote y tus croquetas peluditas. Dicen que eligiste el refugio como tu hogar, pero en realidad, el refugio era más hogar porque estabas tú. Buen viaje, Oliver.