Mensaje de la MiraSol, desde el otro lado del Arco Iris

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¡Hola! ¡Buenas!

Espero que me sienta bien, que llegue bien mi mensaje. El motivo de mis dudas es porque os escribo desde un lugar muy lejano, a la vez que bello, y tranquilo: Les hablo desde el otro lado del Arco Iris. Mi alma es la de una gatita muy bonita, jovencísima (sobre los 3 meses) y muy buena… ¡Buena como pocos! Fui bautizada con el nombre MIRASOL . Junto con mi nuevo nombre, recibí además todo el amor y el cariño que hasta entonces no había recibido. Voy a contarles la historia del mes más feliz de mi corta vida, del mes en que fui amada.

Mientras en la ciudad de Barcelona el año viejo abandonaba los calendarios y vidas de la gente, yo estaba siendo abandonada a mi suerte. Conocí lo que es el miedo, el frío, el desamparo… Y me refugié, huyendo de todas estas cosas, en un jardín.

Sería la suerte del nuevo año recién empezado, serían cosas del destino, sería lo que fuera, pero tuve la suerte de haber elegido bien mi refugio: Este jardín era de una chica muy animalista, amiga de las compañeras de Barcelona Gat i Gos. Cuando me encontró, la primera mañana del año nuevo, al salir el sol que recientemente lo estrenaba, llamó a los compañeros de BGG, que no dudaron en acogerme. Conseguí así el honor de ser la primera gatita rescatada por Barcelona Gat y Gos en el 2014.

Me acogieron en una casa, cómoda y cálida, en la que me encontraba muy a gusto. De vez en cuando venía gente a verme, con la idea de conocerme, y ver si podía ser parte de su familia. Una de esas familias que me conoció, quedó encantada conmigo, y decidió que yo sería la nueva miembro de su familia. ¡Qué contenta me puse! Por fin una familia de verdad, que me amaría para siempre, donde crecería y envejecería a su lado, quien me cuidaría como me merecía, con quien jugar, con quien pasar ratos de relax y mucha alegría.

Pero a veces, el destino es caprichoso, ya la vez que preparaba las maletas para irme a mi nuevo hogar, empecé a ponerme muy enferma: notaba que a pesar de respirar, el aire no me llegaba a mis pequeños pulmones. Me ahogaba. Se lo hice saber enseguida a mi madre de acogida, ella no lo dudó y enseguida me llevó al señor de bata blanca llamado «veterinario». Me pusieron oxígeno, para que el aire me llegara a mis pequeños pulmones. También me pusieron una vía de suero, para que no me deshidratara.

Estuve ingresada 15 días, con mi oxígeno conectado las 24 horas, con gente velando por mí. Mis rescatadores venían a visitarme, y me alegraba verlas. Pero era muy duro estar ahí, sin apenas poder respirar. Me costaba comer, así que cada vez comía menos, mi cuerpo se fue consumiendo poco a poco. Era tan pequeña, que había poco peso que perder. Y así llegó el día que todavía había esperanzas de que me recuperara, mi alma voló a un sitio más libre, sin ataduras, donde no existe el dolor, donde el miedo y el desamparo son sólo vagos recuerdos… Ni eso, ya están olvidados.

Ahora soy libre. Me sabe mal haber dejado tan lejos a mis queridos adoptantes que preparaban su hogar para mi llegada. Me sabe mal haber dejado tanta pena en los voluntarios que preguntaban por mí todos los días. Lo siento por mi madre de acogida que tanto me cuidó y tanto luchó a mi lado. Pero me quedo con todo el amor que recibí en un mes que fue duro, pero precioso, por haberme oído una gata muy querida.

Ahora, mis amigos de Barcelona Gat y Gos necesitan su ayuda. Porque aunque por desgracia yo tuve que marcharme, mi enfermedad les dejó un gasto económico muy fuerte, que ellos y ellas solos no pueden asumir. Cualquier pequeña ayuda que les pueda entregar será bienvenida, ya que muchas pequeñas ayudas, acaban sumando mucha ayuda. La puede ingresar en su cuenta de LA CAJA 2100-3200-94-2201329030

Muchas gracias en su nombre. Pero, sobre todo, muchas gracias, en mi nombre.

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