Sassy, una dulce gata, que fue adoptada pero su alegría se vio empañada cuando regresó a la asociación poco después. Desde entonces, su mirada ha perdido el brillo de la confianza en los humanos y se muestra tímida. Hemos aprendido a respetar su necesidad de espacio, aunque nos reconforta saber que aún disfruta de nuestra presencia. Con la guía amorosa de una etóloga, ha comenzado a sanar las heridas de su corazón y a recuperar la seguridad que una vez tuvo.
Aunque aún no está lista para emprender otro viaje hacia un nuevo hogar, buscamos padrinos dispuestos a acompañarla en esta travesía de sanación y amor.